Mi vida sin mí
Con permiso de Isabel Coixet, tomo prestado el título de su película para escribir este post que he relegado dos años, hasta poner en paz mi corazón y sosiego en mi cabeza.
Aún ahora me cuesta escribir, describir el discurrir de este tiempo desde que dejé mi trabajo en la agencia Europa Press, a la que prácticamente dediqué mi vida.
Aún ahora me cuesta escribir, describir el discurrir de este tiempo desde que dejé mi trabajo en la agencia Europa Press, a la que prácticamente dediqué mi vida.
Había estado dos años de baja por depresión, la única que cogí en más de veinte años en la empresa, donde fui la encargada de poner en marcha, en 1996, la delegación en Cantabria y la web para América, para ser nombrada posteriormente director de OTR.
En todos esos cargos puse mi máximo empeño, hasta pensar que realmente formaba parte de la empresa, con una responsabilidad en que ésta fuera lo mejor posible.
Tal es así que, viendo que mi baja se alargaba, llamé al presidente con quien mantenía una relación cercana y de confianza, para que juntos buscáramos una salida digna de la empresa, porque no quería ser una "carga" para la que siempre había considerado mi casa.
Tal vez no debí hacerlo, pero era lo que sentía en aquellos momentos, en los que lógicamente no estaba capacitada para pensar con claridad.
Confiaba en él, como creo que él había confiado en mí. Llegamos a una especie de preacuerdo y me pareció bien. Pero las palabras se las llevó el viento y, al mes de reincorporarme a mi puesto, la encargada de recursos humanos, a la que siempre estaré agradecida por su apoyo, me entregó la carta de despido.
De lo hablado, nada. Ni una llamada, ni una explicación.
La conversación que tiempo después mantuve en su despacho con el presidente ejecutivo de la agencia, me dejó asombrada. Vi por primera vez a una persona sin ninguna empatía, fría y distante, a la que no reconocía.
Por toda explicación me dijo que asumía su error al haberme insistido en que dejara Cantabria para trabajar en Madrid, para concluir con un "eres una víctima más".
He pasado dos años soñando con el trabajo. Dando mil vueltas a la cabeza hasta llegar a este día en el que me atrevo a contar mi experiencia que, desgraciadamente, coincidirá con la de otra mucha gente.
Dos años sin mí que doy por concluidos. Ahora tengo otras ilusiones y otras perspectivas, y animo a quienes hayan vivido una experiencia similar a pasar página y mirar hacia adelante.
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