El buen periodismo


Spotlight (conocida también como En primera plana) y  The Post (en español: Los archivos del Pentágono) son dos películas que todo periodista debe ver porque, como decía mi colega Nieves Bolado, hacen que no se nos olvide lo qué es el buen periodismo y te reconcilian con la profesión en tiempos de  desencanto (añado la frase de otro compañero de fatigas).

    La primera, ganadora del Óscar a la mejor película, narra la historia de cómo la unidad de investigación del periódico Boston Globe, llamada "Spotlight", desenmascaró un escándalo en el que la Iglesia católica de Massachusetts ocultó un número importante de abusos sexuales perpetrados por distintos sacerdotes de Boston y por el cual el Globe ganó el  Premio Pulitzer en la sección servicio público en 2003.

La segunda, protagonizada por Meryl Streep y Tom Hanks, describe el trabajo de los periodistas de The Washington Post y The New York Times quienes publicaron los Papeles del Pentágono sobre la ocultación de información sobre la guerra de Vietnam por parte del Gobierno de Estados Unidos.

    Ésta última me produjo una doble emoción: el orgullo de pertenecer a esta profesión, y la envidia de no haber podido ejercerla de este modo.

    Cuando mi amiga me envió un wasap para contarme que había pasado la tarde del domingo (lluviosa y muy desapacible) viendo ambas películas en su casa, le comenté que me daba envidia ver películas así.
"Y a mí. Y me pregunto dónde estuve 38 años" me respondió.

   Tal vez no tuvimos suerte con las empresas en las que trabajamos, en las que no había tiempo para realizar una mínima investigación --pese a lo cual lo intentábamos--. Tal vez nos acomodamos a ese modo de trabajar. Quizá no tuvimos el valor suficiente. No lo sé.

   Solo sé que cuando ves cómo trabajan algunos periodistas concluyes que esta profesión es hermosa y que, de no existir, habría que inventarla. 

   Soy periodista y no me arrepiento de lo que he hecho. Es más, aunque a veces me cuesta-- porque no veo los méritos que otros me atribuyen-- reconozco que he sido y soy una profesional honesta, que he dedicado la mayor parte de mi vida a intentar que la gente estuviera bien informada.

    No he echado cuentas del tiempo empleado en mi trabajo, porque el 'chute' de adrenalina que te da conseguir una buena información, es incomparable a cualquier otra cosa que no sea un enamoramiento intenso en esos primeros momentos en que estás como enajenada.

    No destapé el escándalo Watergate, pero intenté siempre que mi trabajo fuera meticuloso, huyendo de las informaciones tendenciosas que por desgracia abundan. Tuve que resistir a presiones fuera y dentro de la empresa --aunque en este último caso, confieso que también tuve que ceder a veces--.

    Reconozco que hubo momentos en los que quise tirar la toalla, pero siempre seguí adelante y traté de dar lo mejor de mí.

    Agradezco a los muchos colegas que hicieron la travesía conmigo, que me animaron, que me sostuvieron cuando las fuerzas me fallaban. Son y eran buenos profesionales con cuyos objetivos siempre pude identificarme. 

    Por todo ello me alegro de haber elegido esta profesión, que se metió en mí siendo una niña.

    Sí; ha valido la pena.

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