La vida a palos
La vida viene y va como le parece. Unas veces te muestra su cara más amable y otras se presenta dura.
Con todo, los palos que te da la existencia no son comparables a los que nos damos a nosotros mismos.
Y aquí aparecen el miedo y la culpa, dos caras de la misma moneda que a veces nos hacen apostar por cosas que no son del todo buenas.
Reflexiono estos días acerca del sentido de la vida, y llego a la conclusión de que la única forma de sobrellevarla es comenzando cada día.
El ayer ya pasó, y el mañana ya llegará. El hoy es mi presente y lo único que tengo.
Seguramente lleva la carga del pasado pero nada puedo hacer por enmendarlo.
Parece sencillo, pero no lo es. Una simple cara de reproche te puede amargar el día, pero eso es porque lo permitimos.
Bastante nos reprochamos a nosotros como para tener que soportar los reproches de los demás.
Vive y deja vivir. ¿Fácil no? Pues tampoco lo es. Si no vives ¿cómo vas a dejar vivir?. Y si no te dejan vivir, ¿cómo vives?
Ando en estas y otras disquisiciones mientras pasa el verano, seguimos sin Gobierno y no parece que vayamos a tenerlo.
Pura irresponsabilidad, como ocurre en tantos ámbitos de la vida, la que gira y gira a veces sin darnos un respiro.
Por eso me he puesto a escribir. Para no pensar o para pensar menos en lo que me deparará este día gris que no augura nada bueno.
Tal vez me lleve una sorpresa o quizá me la deba dar yo. Para eso estoy viva.
Feliz domingo.
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