Nika

   Quiero dedicarte unas palabras, pero no es fácil. Llegaste a mi vida hace casi dos años, cuando estaba tan triste que apenas podía hacer otra cosa que vegetar.

    Mis terapeutas me recomendaron que colaborase en alguna organización de ayuda a los animales ya que ellos han sido siempre muy importantes para mí.

   Tenía muchas dudas, pues sabía que tratar con perros abandonados me iba a suponer u  sufrimiento que no sabía si iba a poder soportar.

    Pero estaba tan mal que me dejé convencer. Así llegué ayudada por mi amiga Cuca a una protectora de animales. Mi cometido, pasear a los perros que estaban acogidos allí y que necesitaban salir de sus cheniles.
   

    Yo no elegía. Voluntarios y voluntarias me iban indicando a quien sacar. Para ello tenían en cuenta mi escasa fuerza física y cuáles eran más manejables.
   

     Recuerdo a Mozart, por quien de inmediato sentí un inmenso cariño, y a otros perros con los que compartía paseos y a veces, algunos apuros, no por su culpa sino por mi inseguridad.

    No fuiste una perra en la que me fijara de inmediato. Además tenías puesto un collar de cono ya que te habían castrado hacía pocos días, y eso me frenaba a la hora de pasearte.
    

    Solía ir a tu perrera para visitar a Italo, un perro tan traumatizado que no quería salir del recinto de la protectora. En esos momentos, tú te interponías entre él y yo, y reclamabas mi atención.
    

    Así fue como poco a poco comencé a sacarte. Tirabas con fuerza y yo apenas podía manejarte. Pero me gustaba salir contigo.
    

    Un día regresé a casa triste, como cada vez que iba a la protectora. Muchos perros y pocas manos para poder atenderles. No sabía si podría seguir colaborando. Pero una mañana decidí que si no podía hacer felices a todos, procuraría dar una vida feliz a alguno.
  

    Y así fue como te adopté. Creo que en realidad fuiste tú la que me adoptaste y llegaste a mí para sacarme de mi encierro.
    

    Hoy no podría imaginar una vida sin ti. mi amada Nika. Eres mi alegría y mi luz cuando la oscuridad cubre mi alma. Te doy las gracias por rescatarme cuando más lo necesitaba. 

    

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