Cartas y postales
Buscando unos documentos encontré recientemente una postal de mi padre enviada en diciembre de 1982 desde África.
Se trataba de una felicitación navideña en la que se podía ver a unos nativos de Abiyán (Costa de Marfil) manipulando junto a unas barcas de pesca varios peces, algunos de ellos, de gran tamaño.
Pero lo que me llamó la atención no fue esta imagen, sino volver a observar la letra de mi padre.
Esa letra de trazos perfectamente realizados -- a quién habré salido yo que casi no entiendo lo que escribo-- tuvo un impacto mayor en mí que cualquier foto que de él pudiera mirar.
Y es que esas palabras escritas de su puño y letra me acercaron a mi padre de una forma que me es difícil de describir.
En tiempos de mails, wasaps, y otras redes sociales, es gratificante recibir una comunicación por escrito.
Algunas veces encuentro en la buhardilla de mi casa o en algún cajón, cartas enviadas por amigas desde Marruecos o Estados Unidos y las releo una y otra vez. Debo decir que cada vez adquieren un nuevo significado para mí.
De ellas destaca la relación epistolar que durante tiempo mantuve con una muy querida prima.
Ella me envíaba largas cartas de tres o cuatro folios y doblaba sus escritos de una forma muy original, mientras que los míos eran desordenados, con mala letra y casi siempre me costaba esfuerzo meterlos en el sobre correspondiente.
Pero diferencias aparte, lo que nos importaba era lo que nos contábamos, aquellos secretos de juventud, nuestros anhelos y aquellas cosas que no habían obtenido los resultados esperados. Aunque el tema estrella era, llegada a una edad, nuestros amores y desamores.
Cada vez que recibía una carta --las que recibo ahora son generalmente para comunicarme que hay que pagar algo, como las temidas derramas-- la leía y releía y era casi como meterse a fondo en un libro. Todo lo demás desaparecía.
No había prisas, ni necesidad de respuesta instantánea. Cuando respondía, lo hacía también desde la tranquilidad y después repasaba lo escrito por si era necesario añadir o quitar algo.
Qué bien harían muchas personas, entre ellos, los políticos, en tener ese mismo sosiego cuando utilizan las redes sociales, en la mayoría de los casos, para insultar o expresar opiniones en las que demuestran que no se han parado ni un momento a pensar.
Ahora nos interesa más un 'like' o tener el máximo número de seguidores de lo que contamos que lo que realmente queremos transmitir.
Ahí entra el tener en cuenta las palabras 'clave' , aquéllas que son más buscadas por los usuarios de Iternet. Pensando que este humilde blog alcance al mayor número de personas, debería poner una de ellas en el titular. Pero me resisto a caer en la tentación. No sé cuanto resistiré.
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